Ocho años de ensayos y sólo 28 plantas de la especie koa (Diplostephium cerereum Cuatrec) ha logrado CONAF en su esfuerzo por reproducir ex situ una de las plantas sagradas del pueblo aymara.  No por ello el equipo del vivero forestal de Putre se desanima, y sigue en su empeño, buscando igualar los logros obtenidos con la queñoa y la llareta, así como con diversas especies medicinales y ornamentales propias de la precordillera y el altiplano de Arica y Parinacota.

El vivero de Putre es un centro productor principal de especies nativas de la zona andina.  Las principales son las queñoas o Polylepis, ya sea en su versión de altura o la de tipo precordillerano, y la llareta.  Se agregan los arbustos coa, yara, chilca, misico, paja brava y tola. En un porcentaje menor suman además especies adaptadas hace mucho al territorio, tales como la malva arbórea, la tara -nativa de Chile- y el atriplex, de propiedades forrajeras.

Andrés Huanca, ingeniero agrónomo del departamento regional de Bosques y Cambio Climático, explica que “tras solicitudes de las comunidades, los ensayos con la koa comenzaron el 2014, con las primeras colectas de semillas, pero al principio no hubo resultados favorables. Recién en el 2019 logramos las primeras germinaciones”.

Vulnerable
Fue en el 12° proceso de clasificación de especies, donde la koa quedó categorizada como vulnerable (VU), mediante Decreto 16 publicado en septiembre de 2016 por el Ministerio de Medioambiente.

Los antecedentes avalaban la decisión: si bien hay dudas de que sea endémica para Chile, en el país su distribución se reduce a la comuna de Putre en asociación a los bosques de queñoa. Sus poblaciones tuvieron una fuerte presión antrópica por la extracción o venta ilegal a otros países de la región ya que por sus usos ceremoniales reemplaza en ocasiones al incienso o al copal en la tradicional ceremonia de la pawa o en las wilanchas.

Andrés Huanca fue testigo de niño de esta situación en especial en el portezuelo de Chapiquiña, cercano a su natal Murmuntani. “Para la cultura aymara es una planta sagrada, posee un especial aroma y se considera que en las ceremonias conecta el mundo terrestre con el espiritual”.   Se trata de un arbusto resinoso, de flores blancas y hojas en capas.

Héctor Peñaranda, director regional de CONAF destaca que “lograr la reproducción en vivero nos permitirá una mayor entrega a la comunidad, ya que al plantar la koa en sus predios, podrá disponer y hacer un uso sustentable del recurso, liberando la presión que pueda haber sobre los sectores que crece en forma silvestre, o dentro del bosque nativo de queñoas”.

Cosmovisión andina
Para Marisol Barra, aymara y funcionaria de la Municipalidad de Putre “es muy relevante lo que ha hecho CONAF. No solo acogió esta demanda y gestionó que se clasificara como vulnerable sino entendió la importancia de esta especie para la religiosidad y las ceremonias rituales de nuestro pueblo.  Conservar, domesticar y recuperar esta planta no ha sido fácil entiendo, por los años que lleva el proceso”.

Marisol Barra contó que “tuve la fortuna de recibir una de las primeras koas y como vivo en Putre la planté en mi jardín, al lado de una queñoa porque entiendo que se potencian.  Felicito a CONAF por este avance y también porque entendió el concepto del ayni para trabajar con las queñoas y ojalá incentive ahora lo mismo con la koa para colaborar con este trabajo, porque al parecer requiere casi   cuidados casi personalizados.  La koa la usamos en nuestras mesas rituales como ofrecimiento a la Pachamama y al cielo, tanto para pedir o dar gracias.  Perderla sería perder nuestra alma y su valor va más allá de los usos medicinales”. Ayni en la cosmovisión andina es una forma de trabajo colectivo. Hecho en complementariedad y reciprocidad, en este caso con la Pachamama.

Germinación y cifras
Al presentar comparativamente las cifras de germinación entre la koa y otras como el misico, de gran uso medicinal, se entiende la dificultad que ha tenido la propagación de la planta ceremonial.

Andrés Huanca comenta que con la koa hay que esperar unos 28 días para la germinación y sólo brota entre un 0,4 a un 1%. El crecimiento que sigue es muy lento y pasan entre cuatro a cinco meses para que puedan ser trasladadas a bolsas y unos cuatro meses más para que tengan un crecimiento apropiado para la entrega. En cambio, con el misico sólo se esperan 18 días para la germinación de las semillas y sus resultados arrojan un 40% de producción.

Junto a Andrés Huanca han trabajado en esta verdadera fábrica de flora nativa, Katherine Nomel y Kevin Mamani, ambos técnicos agrícolas, además de Diego Huayllas, guardaparques del Parque Nacional Lauca en el apoyo a las labores ya sean de vivero o terreno.

Y como la tendencia es a mantener y recuperar la medicina natural, otra novedad es la instalación de un huerto demostrativo al interior del vivero.  Allí crecen actualmente muticia y pomarea, dos plantas vistosas por sus flores, además de llaretas, tola y muña.  Todo en sintonía con la puesta en valor de los recursos existentes al interior de la Reserva de Biosfera Lauca, que acaba de ampliarse a toda la comuna de Putre, más Camarones y General Lagos.

Las 18 plantitas de koa, producidas con tanto esfuerzo y tiempo, se fueron como pan caliente.  Pero ya hay otro stock en preparación.

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19 octubre, 2021