Mi especie:

Soy un coipo, el roedor nativo más grande de Chile. Mi denominación científica es Myocastor coypus y mi nombre proviene del mapudungún Koypu que significa “animal de río como gato”. También me conocen como coipu, quiyá, rata nutria y luü. 

¿De dónde vengo?

Soy originario de Sudamérica y habito entre el sur de Brasil, Paraguay, Bolivia, Argentina y Chile. Tengo familiares que fueron introducidos en Europa (Inglaterra, Alemania, Italia, Francia, Polonia, entre otros), en Japón, Kenya, Israel y EE.UU.

En nuestro país me puedes encontrar desde la Región de Coquimbo hasta el Estrecho de Magallanes.

Frecuento humedales, ríos, pantanos, esteros y lagos que tengan presencia de totoras o vegetales similares.

¿Cómo pueden reconocerme?

  • Soy uno de los pocos mamíferos que vive en agua dulce.
  • Puedo alcanzar hasta los 7 kg. y medir alrededor de 70 cm a 1,1 metro entre mi cabeza y mi larga cola redondeada que mide entre 20 y 40 cm.
  • Tengo cabeza triangular, orejas cortas, ojos y oídos pequeños.
  • El color de mi pelaje es café canela, aunque puede variar desde el amarillo pálido al café oscuro con visos negruzcos, dependiendo de las condiciones de humedad y temperatura en las que me encuentre.
  • Mis pies y manos poseen membranas natatorias, las que facilitan mi desplazamiento en el agua.

Mi Comportamiento:

  • Realizo gran parte de mi vida en el agua y puedo permanecer sumergido en ella hasta por diez minutos.
  • Dicen que soy difícil de observar porque prefiero la noche y la hora crepuscular.
  • Estoy perfectamente adaptado al agua y pueden verme nadando con el cuerpo levemente asomado en la superficie.
  • Mi dieta es herbívora y consumo vegetación subacuática y con mis grandes dientes incisivos me alimento preferentemente de algas del fondo del agua.
  • Tengo la capacidad de comunicarme con señales de alarma con el resto de mis familiares y conocidos.
  • Cuando me siento seguro, como pastos tiernos y tallos que encuentro cerca de la orilla.
  • Mi piel ha sido una de las causas de mi captura y caza, pero afortunadamente hoy me encuentro protegido por la Ley de Caza, a cargo del Servicio Agrícola Ganadero (SAG), organismo del Estado encargado de proteger la salud de la flora y fauna a lo largo de todo el país.
  • El Ministerio del Medioambiente me clasificó como una Preocupación Menor (LC), es decir, después de ser evaluado no cumplo con ninguno de los criterios que me definen en las categorías de En Peligro Crítico, En Peligro, Vulnerable o Casi Amenazado.

¿Qué hacer si me ven en la naturaleza?

  • El SAG señala que, primero, nos observen tomando distancia sin intervenir ni alimentarme, disfrutando del maravilloso momento que les regala la naturaleza.
  • Y sólo en caso de que me encuentre herido o tenga alguna dificultad para moverme deben contactar al SAG llamando al teléfono (+56 2) 2345 1100 o al 133 de Carabineros.

Forestín: El guardián del bosque

Un lejano y caluroso enero de 1977, cuando el verano había secado los pastizales y la lluvia parecía un recuerdo lejano, en un bosque de nuestro hermoso país, un grupo de jóvenes decidió hacer una fogata cerca del bosque y pastizales para calentar su comida.

Al anochecer, los jóvenes se durmieron en sus carpas y en el silencio del bosque, se oyó el crepitar de unas brasas que quedaron encendidas de la fogata, las que al entrar en contacto con el pastizal seco, provocaron un devastador incendio forestal, ante lo cual los jóvenes sorprendidos, corrieron asustados del lugar. 

Personal de CONAF a la distancia, advirtió el humo que generaba el incendio y se desplazó rápidamente a combatirlo.

Fueron muchas horas de trabajo para controlar el fuego originado por el descuido de los jóvenes. 

Una vez extinguido el incendio, que se logró después de una semana de arduo trabajo, los brigadistas muy cansados se dirigieron de regreso a su campamento. En el camino, se detuvieron en la ribera de un estero donde se hallaba una cría de coipo que yacía a punto de morir, ahogada por el humo.

El jefe de incendios, que estaba a cargo de comandar las brigadas que acudieron a apagar el incendio forestal, se acercó al pequeño animal creyéndolo muerto, pero luego de tomarlo en sus brazos se dio cuenta de que aún vivía, de modo que lo envolvió en su chaqueta y lo llevó a un Parque Nacional, en donde los guardaparques lo cuidaron y lo alimentaron.

Transcurrido el tiempo el coipo creció muy feliz. Sus amigos pusieron su foto en afiches, calcomanías, spots de televisión, pero como todavía no tenía un nombre que les gustara a todos sus padres y madres adoptivos, en el verano de 1983, se realizó un concurso de televisión que contó con la participación de niños y niñas del país, para darle un nombre a este símbolo de CONAF.

Desde ese momento, pasó a llamarse FORESTÍN, nombre con el que ustedes hoy lo conocen y que a manera de agradecimiento a lo que CONAF hizo por él, se dedica a enseñar cómo cuidar la naturaleza y el medioambiente; sus bosques, parques nacionales y reservas forestales, y lo más importante a prevenir los incendios forestales. (CONAF, 1985).

Para la Corporación Nacional Forestal, más conocida como CONAF, concientizar a la población sobre los riesgos de los incendios forestales fue una necesidad que emergió desde la década del sesenta. 

Por tanto, sus primeros esfuerzos gráficos datan de 1965, fecha en la que el Ministerio del Interior en conjunto con el Instituto Forestal y el Departamento Forestal del Ministerio de Agricultura, elaboraron los primeros afiches de prevención utilizando como soporte visual un puma, el que fue bautizado como “Don Puma”.

Posteriormente, en 1969, en la Región de Biobío, por medio del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), se pensó en un pino como símbolo al que llamaron “Juan Pino”; en 1974 CONAF difundió a nivel nacional al personaje “Custodio”, el cual estaba representado por un árbol; en 1975 en las regiones VII y IX, llamadas así en ese entonces, desarrollaron una campaña local de difusión personificada por un zorro.

En ese sentido, la idea de crear un coipo como símbolo institucional, semejante al rol que desempeñaba el personaje Smokey Bear de Estados Unidos, famoso en Chile como el oso “Fumarola”, pertenece a la ingeniero forestal y profesional de CONAF Gabriela Omegna Molina, quien recordó la historia del oso norteamericano que protegía a la naturaleza del fuego.

Después de elegir entre el loro tricahue, el pudú, el huemul y el coipo, un 12 de junio de 1976, en una Jornada de Evaluación del Programa de Manejo del Fuego se le dio vida a Forestín como el representante oficial de la institución y pasó a convertirse en uno de los personajes emblemáticos respecto a la protección y cuidado de la naturaleza.

Si bien la historia inscribe su nacimiento en ese periodo, se mantuvo sin nombre hasta 1983 cuando fue bautizado a través de un concurso infantil, auspiciado por CONAF y un programa de televisión de la Región de Valparaíso, con el nombre de Forestín. Y gracias a su creación ese mismo año, se impulsó una de las campañas de prevención de incendios forestales más exitosas de la época. 

El impacto que ha logrado Forestín en la población nacional sobrepasó por mucho los objetivos iniciales de la institución debido a su simpatía, al cariño que le entregan chilenos y chilenas a diario, pero sobre todo por dedicar su vida a cuidar la naturaleza, enseñar sobre Educación Ambiental y prevenir incendios forestales en cada rincón del país. 

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